- ¿Ha sido decisivo en la derrota de Kamala Harris el hecho de ser mujer?
- Julissa Reynoso, embajadora de EEUU en España: "Nos desconsuela cada vida inocente perdida, ya sea israelí o palestina"
- Así son las 'cat ladies', señoras sin hijos y con gatos dispuestas a 'arañar' a los republicanos para defender a Kamala Harris
Otras elecciones en EEUU, otra derrota para las mujeres. La Casa Blanca lleva casi 250 años liderada por un hombre y así va a seguir al menos cuatro años más. Para el partido demócrata toca lamerse las heridas. Para los republicanos, exultantes, es el momento de hacer saltar por los aires el establishment. Ya están en ello. Pero el fracaso de la vicepresidenta Kamala Harris el pasado 5 de noviembre es particularmente frustrante para muchas mujeres estadounidenses -la mayoría (un 53%) apoyó a la demócrata en las urnas- porque, entre otras muchas cosas, devuelve al poder a un político declarado culpable por abuso sexual que ha regado la campaña de insultos misóginos contra su oponente.
Donald Trump, la secuela, da carpetazo a la esperanza de romper el techo de cristal para una mujer, algo a lo que, ciertamente, muchas están acostumbradas. Pero, lo que es más inquietante aún, su reelección agita el temor a un giro aún más radical en las políticas sociales y al retroceso de ciertos derechos y libertades de las mujeres, tal y como proponen los conservadores. Y una preocupación que viene calando desde hace algún tiempo y que se ha manifestado abiertamente en la campaña: el avance de una narrativa en Estados Unidos que normaliza voces extremas y ensalza sin complejos los valores masculinos por encima de los femeninos. El gigante americano, dicen los analistas, se está convirtiendo en una brocracia, o gobierno de bro o brothers, de machos..., con implicaciones a corto y largo plazo en cuanto a cómo percibimos el papel de la mujer en la sociedad. De todo ello hablamos con politólogas, docentes y madres de niñas y adolescentes, más de una en estado de shock ante un segundo mandato de Trump, esta vez legitimado por un respaldo rotundo en las urnas.
La sentencia contra el aborto que marcó un antes y un después
La reacción ante la victoria republicana es, por supuesto, una cuestión de ideología, de prioridades, de lo que cada una considere un avance o un varapalo. Pero partimos de un precedente que ha marcado el debate social en Estados Unidos: el desmantelamiento por parte del Tribunal Supremo de la histórica sentencia conocida como Roe vs. Wade, que desde 1973 garantizaba el derecho al aborto en el país. Una decisión de la que Trump se ha jactado porque fue él quien nominó a los jueces que hoy dibujan la mayoría conservadora en el alto tribunal.
Hasta dónde será capaz de llegar el próximo inquilino de la Casa Blanca a la hora de limitar los derechos reproductivos de las mujeres es algo tan impredecible como él mismo, pero lo que sí está claro es que 24 horas después de que las urnas otorgaran la victoria al republicano los proveedores de métodos anticonceptivos y de la píldora del día después reportaron un aluvión de pedidos y visitas a sus webs, según recogió la prensa estadounidense.
The Washington Post también se sorprendió al preguntar a sus lectoras su reacción ante el resultado electoral. En 48 horas recibía más de 5.600 respuestas de mujeres entre 12 y 94 años. Entre ellas había alegría y regocijo, sí, pero las palabras más repetidas fueron, en este orden, 'derechos', 'miedo', 'decepción', 'tristeza' y 'aborto'.
Una "avalancha de emociones". Así describe a Yo Dona también la cacereña Julia Domínguez, catedrática en la Universidad de Delaware, el estado de Joe Biden en la costa Este, los sentimientos que tuvo el día posterior a las elecciones. "Me encontré llorando a mi hija Victoria, de tan sólo 13 años, y me dijo algo que me marcó profundamente: sentía que, a partir de ese momento, sus derechos como mujer estarían limitados y sujetos a las decisiones de un grupo de hombres blancos de mediana edad, cargados de prejuicios. Fue un momento duro como madre". Su hija mayor, de 17 años, incluso expresó su deseo de mudarse a España, "buscando un entorno donde sus derechos y libertades estén más protegidos", asegura Domínguez, profesora de Filología Hispánica.
Miedo a que la siguiente generación pierda derechos
Desde la ciudad de San Antonio, una isla azul dentro del bastión rojo de Texas, Meghann Peace, lingüista y docente universitaria, se expresa casi de idéntica manera. "Tenemos miedo a que nuestras hijas vayan a tener menos derechos de los que tenemos las madres en esta realidad política". En su ciudad, donde el 60% de la población se identifica como latina, Peace dibuja con ejemplos las implicaciones que ya está teniendo la reelección de Trump. Desde una joven indocumentada -en Estados Unidos se estima que viven cerca de 12 millones de personas en esta situación- que ha adelantado su boda a antes de enero por miedo a las deportaciones masivas que promete Trump hasta un amigo que no va a recibir su bonus al final de año porque su empresa se está preparando para la llegada de nuevos aranceles. "Nos va a afectar a todos. No sólo a las mujeres y otras minorías. Lo que ocurre es que algunas personas se dan cuenta y otras todavía no".
Al menos los dos primeros años, hasta las próximas elecciones del midterm, no hay duda de que Trump va a hacer uso del capital político que le han concedido las urnas. Hay que recordar que el líder republicano no sólo ha obtenido un mayor número de votos en el colegio electoral que Kamala Harris (312 vs. 226), sino que también se ha embolsado el 51% del voto popular (unos siete millones más de papeletas que la vicepresidenta). Hace ocho años, contra Hillary Clinton, obtuvo sólo el 46% del conteo popular. Y no sólo es que tenga más soltura con las riendas del poder, también cuenta esta vez con la inestimable ayuda de un Congreso dominado por los republicanos. Esto le proporciona el poder para avanzar sin ningún tipo de remilgos hacia una agenda que podría tener consecuencias profundas para el país. La estadounidense Caroline Hancock, que trabaja en el Instituto Franklin de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid), subraya que "el impacto de contar con el control de ambas cámaras podría ser muy grande, sobre todo unido a esos nombramientos de personas leales para su gabinete que hemos conocido en los últimos días".
La fecundación in vitro, en riesgo
Muchas de las batallas sociales se van a librar también en cada uno de los estados. "En el Sur hay algunos donde ya es casi imposible abortar", apunta Hancock, que señala que muchas mujeres liberales temen la prohibición de la fecundación in vitro y otras restricciones a sus derechos reproductivos. Para Julia Domínguez, los efectos no se detendrán ahí, sino que es previsible que Trump busque también influir en políticas educativas y sociales. "Es un líder que ahora entiende perfectamente la magnitud de lo que ha logrado, quiénes son sus aliados y quiénes se oponen a su agenda. Esta claridad y su nueva posición de fuerza lo convierten en un presidente aún más peligroso. Sus medidas prometen ser más extremas que en su mandato anterior", explica.
De otros "cambios sustanciales" en la sociedad estadounidense habla también con preocupación la abogada Miriam González Durántez, fundadora de Inspiring Girls, una organización internacional que defiende la visibilidad de las mujeres. Es lo que González, mujer del ex viceprimer ministro británico Nick Clegg, explica como "una vuelta al reclamo de los valores masculinos, como la valentía y el coraje, y muy ligado a la imagen de hombre como proveedor de la familia y de la mujer como la que se dedica a las labores de cuidado". Una narrativa a la que ha recurrido Elon Musk, el hombre más rico del mundo, convertido en figura omnipresente del equipo de transición de Trump, quien, con 12 hijos y tres mujeres distintas, es un firme defensor de la necesidad de incrementar la población mundial. "Yo lo atribuyo a la fuerza del sueño de la familia en la psicología americana, una sociedad mucho más propensa a estereotipos que impulsan esa visión del hombre y la mujer. Claramente, ha habido una reacción a la ideología de género entre los que han apoyado a Trump y mucha gente se siente cómoda con esa narrativa y habla abiertamente de ello".
Mujeres: os protegerán os guste o no
Este paternalismo es otra forma de alimentar la polarización. Trump se delató en campaña cuando dijo aquello de que él protegería a las mujeres "les guste o no". Pero aunque algunas se sintieron ofendidas, a otras ese mensaje les resultó atractivo. "Los ideales que buscamos en un líder no son los mismos para hombres que para mujeres y no son los mismos en EEUU que en España", recuerda Miriam González. "Los valores en una nación son dinámicos y pueden evolucionar con el tiempo, reflejando las experiencias y aspiraciones de su población", apunta, por su parte, María Díaz de la Cebosa, presidenta de la Fundación Robert Kennedy España, que promueve los derechos humanos y el legado del que fuera fiscal general del Estado y hermano del presidente JFK. Díaz de la Cebosa subraya la importancia de reconocer que existe una variedad de opiniones sobre lo que representan esos valores y cómo se manifiestan en la política actual: "Fomentar un diálogo sobre estas diferencias puede ayudar a encontrar puntos en común".
Es un hecho. Las mujeres no han votado el pasado 5 de noviembre como un bloque uniforme. De hecho, se pueden sacar tres conclusiones de los resultados que han virado el país a la derecha. La primera la decíamos al principio: ellas se decantaron por la aspirante demócrata, si bien es cierto que por un margen más pequeño que en los anteriores comicios.
Si Harris acumuló el 53% del voto femenino, Biden logró el 55%. La segunda es que las blancas siguen votando por el candidato republicano, aunque también en menor medida. Si en las pasada elecciones Trump ganó su voto por 11 puntos, éste sólo lo ha hecho por 5. Y aunque la ex primera dama Michelle Obama lo calificó como una amenaza existencial para las mujeres y dijo en la campaña que "un voto a su favor es un voto en nuestra contra", lo cierto es que en el corazón de muchas votantes pesaron, además de la personalidad explosiva del republicano y el aborto, otros asuntos como la inflación o la inmigración. "La realidad es que una enorme cantidad de mujeres sensatas e inteligentes votaron por @realDonaldTrump. Sin ellas, Trump no habría ganado", fue el análisis de Musk en la red X, de la que es dueño.
Cómo tendría que ser la presidenta
Y Kamala Harris tampoco convenció como candidata a commander in chief. Esa es la tercera conclusión. Aunque a juicio de Miriam González, la razón de que la demócrata no conquistara al electorado tiene más que ver con haber llegado tarde a la carrera presidencial que con el hecho de ser mujer. "Claramente mucha gente se ha sentido lejana a los temas que han planteado los demócratas. Se les ha juntado todo. Pero si miras los porcentajes de voto, la situación es recuperable", sostiene la abogada. Lo que lamenta es el efecto que claramente va a tener un gobierno tan dominado por los hombres. "Lo que tenemos ahora es una brocracia y eso tiene un impacto en las niñas. El simbolismo del hombre al mando que se permite tratar con distancia a las mujeres e incluso hacer comentarios ofensivos, todo eso va calando en la siguiente generación. Tenemos que trabajar más de lo que lo estábamos haciendo hasta ahora».
De hecho, algunos comentaristas políticos descartan que una mujer pueda ganar si no es la mismísima encarnación de Margaret Thatcher, la Dama de Hierro. María Díaz de la Cebosa aporta cordura: "El cambio de algunas mujeres hacia la derecha podría ser el resultado de diversas consideraciones, como valores económicos y de seguridad. Es esencial comprender y respetar las razones detrás de estas decisiones. En cuanto a la primera mujer presidenta, no hay un único modelo a seguir; cada líder puede aportar su estilo único y sus experiencias". Lo fundamental, subraya la presidenta de la Fundación Robert Kennedy España, es "la diversidad en el liderazgo para representar la pluralidad de la sociedad". Según la Brookings Institution, en sus primeros 300 días en el cargo, sólo el 23% de los funcionarios nombrados por Trump fueron mujeres, en comparación con el 50% de los elegidos posteriormente por el presidente Biden en el mismo período de tiempo. En esta repesca presidencial, el republicano ha designado a Susie Wiles, la mujer que dirigió su campaña, como jefa de gabinete en la Casa Blanca. Es la primera mujer en ocupar ese puesto.
El machismo ya no se corta
Más allá de cuotas, sin embargo, lo que lamentan las detractoras de Trump es su discurso sexista. En la campaña, todos los estadounidenses han escuchado al republicano tildar a Harris de "estúpida", "vaga" y "débil", incluso han podido leer sus comentarios de carácter lascivo en las redes sociales. Su vicepresidente, JD Vance, tampoco ha dudado en meterse en los mismos terrenos pantanosos. A algunos les ha hecho gracia y los han votado. Inmediatamente después de que Trump derrotara a la vicepresidenta demócrata, un informe del Institute for Strategic Dialogue, un think tank que vigila la propagación de desinformación y propaganda online, detectaba la viralidad de una serie de declaraciones abiertamente misóginas. Para la catedrática de la Universidad de Delaware no hay ninguna duda de que este discurso se va a enfatizar. "El resultado de la victoria electoral de Trump no sólo refuerza la legitimidad de voces extremas, sino que también normaliza discursos xenófobos y machistas que antes se expresaban con mayor reserva", dice con toda contundencia. Y añade: "Lo preocupante es que estos discursos no provienen únicamente de altos cargos políticos, sino que se han infiltrado en las interacciones cotidianas".
Con todo, Domínguez dice seguir teniendo fe en Estados Unidos. Y a pesar de este desánimo de la derrota de Harris, augura un sentimiento emergente entre muchas jóvenes: el deseo de convertirse en parte activa de lo que consideran "la resistencia". "En el momento político que estamos viviendo cualquier cosa puede pasar. Pero si Trump no se postula para un tercer mandato, ojo, que sería ilegal, y si las mujeres podemos seguir votando en cuatro años me sentiré satisfecha", dice medio en broma, medio en serio, Meghann Peace. Aunque las consecuencias políticas del presidente 45 de EEUU, y ahora del 47, también dependerán, según Miriam González, "de que logre crear la proyección con el movimiento MAGA (Make America Great Again) a través de su vicepresidente JD Vance. Porque eso lo cambiaría todo".